Crianza positiva

Sabemos que como mamá o papá solo quieres lo mejor para tus hijos y, desde antes de que nazcan, te preparas con una larga lista de acciones para procurar su sano desarrollo y bienestar. Sin embargo, está comprobado que ni la más larga lista de buenas intenciones tendrá el mismo impacto, si no lleva impreso un estilo de crianza basado en el respeto y amor; la crianza positiva.

La crianza positiva busca reemplazar el modelo que se manifiesta en amenazas, castigos y golpes por prácticas de cuidado y protección basadas en el afecto.

 

 

El poder del amor

El afecto resulta ser realmente poderoso en el desarrollo de niñas y niños. Desde los primeros años de vida, su efecto posibilita su bienestar y crecimiento armonioso, tanto fí­sico como mental.

Cada acción es particular de cada etapa del desarrollo porque respeta la evolución de sus facultades, así­ como sus derechos humanos, pues nadie merece ser maltratado. 

 

 

La violencia solo genera más violencia.

Por otro lado, la violencia también tiene un efecto negativo y replicador. Ya sea fí­sica o psicológica, está comprobado que la motivación negativa no funciona, no enseña a portarse bien, ni a asumir actitudes de responsabilidad, sino a evitar el castigo.

Así­ es como desde pequeños aprenden a obedecer por miedo y no por respeto, a relacionarse con los otros y con ellos mismos con violencia y llevarán este aprendizaje a otros ámbitos de su vida.

 

 

¿Amor sin barreras?

La idea del afecto como principio de cualquier práctica de crianza puede sonar romántico y también se suele confundir llevándolo al otro extremo. No se trata de que reine el caos, que no existan lí­mites ni consecuencias por romper las reglas, esto responde a otro estilo de crianza carente de normas o de responsabilidades.

La finalidad de estos lí­mites es otorgar estabilidad y señalar un camino, por eso, es importante que las reglas sean claras y simples, tener cierto grado de flexibilidad y sobre todo, deben ser ejemplificadas por los adultos responsables de la crianza.

 

 

Pilares de la crianza positiva

Construir ví­nculos afectivos positivos desde el primer momento requiere de cimientos sólidos, estos son algunos principios que deben estar presentes y se pueden aplicar a cualquier edad:

  • Respetar su dignidad como ser humano.
  • Conocer y aceptar, las capacidades, habilidades y limitaciones de niñas y niños en cada etapa de su desarrollo.
  • Valorar sus logros con reconocimiento, intentar cuenta como logro.
  • Hablar sin levantar la voz o usando gritos e insultos.
  • Prestar atención, mostrando interés en lo que hace, valorando sus necesidades y expresiones incluso si aún no habla.
  • Pensar en sus necesidades detrás de lo que está haciendo, ¿grita por que quiere tu atención? ¿está inquieto? o ¿tiene energí­a que requiere liberar?
  • Ponerse a su altura para hablar, jugar, comer o explicarle porque puede o no hacer algo.
  • Poner lí­mites es fundamental, deben ser claros, realistas y flexibles.
  • Permitir que desarrolle su autonomí­a y descubra su potencial.
  • Hacerle saber que siempre cuenta con tu apoyo.
  • Educar con el ejemplo.
  • Demostrar el amor y cariño que le tienes, aún en los momentos de enfado.

 

*Atención: Estos principios no solo aplican para cualquier etapa de vida del niño, sino que también pueden ser implementados por cualquier adulto involucrado en la crianza de tu niña o niño.

 

 

La brújula de la felicidad

Llevar este estilo de crianza puede ser confuso; ¿Hasta dónde debo poner lí­mites? ¿Qué tanta libertad debo darle para otorgarle autonomí­a? Dado que el punto medio es el más complicado, recuerda que la flecha de tu brújula debe dirigirse a la felicidad de tu pequeña o pequeño y aunque parezca que es el fin, más bien es el rumbo. 

Es decir, un niño feliz es aquel que crece en un ambiente estimulante, seguro y ordenado, vive experiencias que le permiten conectar con emociones positivas, se siente capaz de explorar su potencial de manera segura, se siente apoyado y reconocido por las personas a su alrededor. 

Mantén presente en tu brújula su felicidad para que tus acciones y decisiones se guí­en siempre por hacerle sentir valorado y amado así­, cuando sea adulto, replicará la formación que le has dado; sabrá cómo guiar su propio timón al estilo del amor.

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