Cuídate para cuidar

Todos hemos sentido los efectos del estrés en algún momento de nuestras vidas, pero ¿realmente sabemos qué es el estrés?, ¿qué efectos tiene en nosotros y en nuestros niños y niñas? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer al respecto? 

Aquí­ te lo contamos y te damos algunos consejos:

El estrés es la respuesta metabólica de nuestro sistema nervioso ante una situación retadora. Existen tres tipos:

 1.  El estrés positivo. Es el que se vive al enfrentar un desafí­o que exige tener acciones de adaptación como ir a una entrevista de trabajo o hacer algo nuevo. Gracias al estrés positivo, podemos aprender, adaptarnos y reinventarnos. En las niñas y los niños pequeños es importante, ya que necesitan experimentar desafí­os y retos sin ser sobreprotegidos. Así­ se adaptarán con sus propios recursos para ser cada vez más autónomos.

 2.  El estrés tolerable: Un estrés es tolerable cuando existe un nivel potencialmente alto, pero que termina regulándose gracias a una persona que contiene, serena y ofrece seguridad. Su presencia ayuda a que los niveles de cortisol y adrenalina se vayan regulando y a que el sistema regrese a un estado de tranquilidad, incluso más fortalecido.

 3.  El estrés tóxico: Como su nombre lo indica, es un estrés que hacedaño. En los adultos puede tener consecuenciasadversas, como hipertensión, problemas del corazón,colitis, migrañas y envejecimiento prematuro. El estrés tóxico en la primera infancia es grave, ya que modifica la estructura y función cerebral.Ante el estrés frecuente, el cerebro de una niña o niño puedeir cableando de manera adversa, aprendiendoque el mundo es peligroso. El cerebro filtrará cualquierexperiencia como amenazante con efectos devastadoresen el aprendizaje y en las habilidades emocionales con una tendencia a la violencia. Además, afectará la salud fí­sica con efectos de largo plazo.

 

Ante situaciones de crisis, tú como mamá, papá o cuidador, puedes ser la figura que ayude a cambiar el curso de un efecto potencialmente dañino, a uno que facilite la adquisición de una fortaleza. Las niñas y los niños pequeños, entre 0 a 5 años, son especialmente sensibles a los niveles de estrés de sus cuidadores.

 

¿Te has preguntado por qué al viajar en un avión es una regla que, al usar una mascarilla de oxí­geno, sea el adulto quien se la ponga primero y después se coloque a la niña o al niño que requiera ayuda? ¿Te parece un poco egoí­sta? Pues no, solo si el adulto está a salvo podrá ayudar a la niña, al niño o a alguien más que lo necesite.

 

Estrategias de autocuidado

Para procurar tu bienestar no es necesario invertir mucho tiempo o hacer actividades complejas, con pequeñas acciones podrás ir sumando sensaciones de relajación y conexión personal.  A continuación, conocerás 2 estrategias que puedes incorporar a tu dí­a a dí­a:

 

  1. Respiración

La respiración es automática, sin embargo, la mayorí­a de las veces se queda en una respiración superficial.

Tu compromiso personal de autocuidado deberá incluir al menos tres minutos diarios de los ejercicios de respiración sugeridos:

 

Respiración para mantener la calma. Si te encuentras en estado de inquietud y nerviosismo siéntate con la columna alineada y relaja los hombros; bloquea el orificio nasal derecho con el pulgar derecho, manteniendo los dedos de la otra mano hacia arriba, haz respiraciones largas, profundas y completas a través de la fosa nasal izquierda durante tres minutos, después inhala y relaja.

 

Respiración para relajarte. Empieza reconocer tu respiración, no busques modificarla, solo observa qué parte de tu cuerpo se mueve cuando inhalas y qué pasa al sacar el aire. Cierra los ojos, dirige la atención a tu nariz y acompaña el recorrido del aire que entra a tu cuerpo, cuando exhales saca todo el aire, lleva tu ombligo hacia adentro (como si quisieras acercarlo a tu espalda), así­ vaciarás tus pulmones y la próxima inhalación será más completa, continúa respirando de manera consciente y observa, si de forma natural, empieza a ser más lenta, sin tensión. Reconoce qué pasa si al inhalar abres tus costillas e imaginas que se hidrata una esponja dentro de ti y al sacar el aire exprimes esa gran esponja, cierras costillas y tu ombligo se acerca a tu columna.

 

  1. Fortalecimiento del nervio vago

¿Has escuchado hablar del “nervio vago”? Es, entre otras cosas, responsable de las funciones relacionadas con la regulación del estrés. Cuando tiene buen tono, está sano para cumplir sus funciones.

 

Estas son algunas actividades para fortalecer el nervio vago y promover que conecte con la reducción de estrés:

Limpia tu rostro con agua fresca, canta, vocaliza y haz gárgaras con agua, alinea la columna vertebral y realiza movimientos conscientes del cuello, de manera lenta, amable y acompáñalos con una respiración profunda, realiza actividad fí­sica calmada, rí­e y conecta socialmente, pon la mano izquierda en la nuca y la mano derecha en la frente mientras se hacen respiraciones profundas y come sano, toma agua y duerme 7 u 8 horas diarias.

 

Ante una situación difí­cil o de emergencia, no puedes cambiar todo el entorno, pero sí­ es posible modificar la manera en que haces frente a la crisis para salir adelante con resiliencia. La confianza que generas en ti mismo(a) es la misma que transmitirás a tus pequeños para hacerles sentir que estarán bien y que todo pasará. Recuerda: necesitas cuidarte para poder cuidar a tu niña o niño.

 

Programa realizado con el apoyo de Johnson & Johnson

 

Autor: Proyecto DEI/ UNICEF

Manual La importancia del apoyo psicoemocional en la educación inicial ante situaciones de emergencia. Proyecto DEI/ UNICEF (En lí­nea) Recuperado de: https://www.coursehero.com/file/95489960/MANUAL-UNICEFpdf/  (2020).

*Encuentra más recursos de relajación y respiración en /

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